Betabloqueantes después de un ataque cardíaco

El corazón humano es una bomba que depende de un tejido muscular especializado llamado miocardio para impulsar la sangre a través de sus cámaras hacia los pulmones y el resto del cuerpo. El músculo cardíaco se daña cuando las arterias que lo irrigan se obstruyen. El resultado es un infarto de miocardio o "ataque cardíaco". Los medicamentos betabloqueantes se usan comúnmente para reducir el riesgo de muerte por un ataque cardíaco y disminuir la posibilidad de tener ataques repetidos.

Limitar el daño al músculo cardíaco

El riesgo de muerte por ataque cardíaco aumenta con la cantidad de músculo cardíaco dañado. Los betabloqueantes reducen la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la tensión en el músculo cardíaco y, por lo tanto, disminuyen su vulnerabilidad al daño causado por el suministro reducido de oxígeno de la arteria bloqueada. En un artículo de febrero de 2001 publicado en "Circulation", los médicos demostraron que un betabloqueante era más eficaz para reducir el tamaño del ataque cardíaco que otra clase de medicamentos de uso común. Sin embargo, las pautas de la American Heart Association recomiendan precaución y selectividad en la administración rutinaria de betabloqueantes intravenosos debido al riesgo de inducir insuficiencia cardíaca.

Prevención de ritmos cardíacos peligrosos

Los ataques cardíacos a veces alteran el ritmo normal del corazón. El ritmo anormal más peligroso después de un ataque cardíaco es la fibrilación ventricular, en la que el músculo dañado comienza a contraerse incontrolablemente y el flujo sanguíneo se reduce de manera significativa y, a menudo, letalmente. La fibrilación ventricular se asocia con mayor frecuencia con ataques cardíacos fatales. Los betabloqueantes reducen la aparición de fibrilación ventricular y la American Heart Association recomienda su uso temprano en pacientes con ataque cardíaco que no tienen presión arterial baja o insuficiencia cardíaca.

Uso prolongado de betabloqueantes

En una revisión publicada en febrero de 2012 en "Current Cardiology Reviews", se demostró que el uso prolongado de betabloqueantes después de un ataque cardíaco reduce el riesgo de eventos cardíacos adversos, incluidos segundos ataques cardíacos, fibrilación ventricular y muerte súbita. Los beneficios se observaron principalmente en pacientes de alto riesgo mayores de 60 años y se hicieron evidentes durante el primer año de tratamiento. No existe evidencia científica firme sobre cuánto tiempo se debe continuar con el tratamiento con betabloqueantes después de un ataque cardíaco. Sin embargo, de 1 a 3 años es la práctica común, según los autores de la revisión.

No para todos

Aunque las pautas anteriores recomendaban un uso amplio y temprano de betabloqueantes después de un ataque cardíaco, el reconocimiento de que estos medicamentos perjudican a algunos pacientes en lugar de ayudarlos dio lugar a la interrupción de ese estándar en 2009. Todos los medicamentos, incluidos los betabloqueantes, tienen el potencial de causar daño a largo y corto plazo. Al decidir si usar bloqueadores beta y cuándo suspender el medicamento, si se usa, los médicos deben evaluar la situación de cada persona individualmente, teniendo en cuenta todos los riesgos y beneficios potenciales.