La esclerosis múltiple es un trastorno neurodegenerativo que afecta a casi 400,000 personas en los Estados Unidos y causa pérdida de función o muerte de nervios o células nerviosas. En pacientes con EM, esto ocurre cuando se destruye la cubierta protectora del nervio, llamada mielina. Esto provoca la aparición de cicatrices de mielina o esclerótica; de ahí el nombre, esclerosis múltiple. Estas cicatrices o lesiones pueden aparecer en la médula espinal, el cerebro y el nervio óptico, y pueden verse con imágenes por resonancia magnética.
Los síntomas de la EM
La cicatrización de la mielina causa una conducción nerviosa defectuosa y una variedad de síntomas que van desde la fatiga hasta la parálisis. Los síntomas varían mucho entre individuos y pueden estar influenciados por el tamaño y la ubicación de las lesiones. Los pacientes pueden experimentar síntomas como "ataques" que desaparecen gradualmente con el tiempo. Esta forma de EM se llama remitente-recurrente y ocurre en aproximadamente el 85 por ciento de los casos. Alternativamente, los síntomas pueden empeorar con el tiempo sin remisión. Esta forma de EM se llama progresiva y ocurre en aproximadamente el 15 por ciento de los casos. Algunos pacientes con EM remitente-recidivante pueden eventualmente convertirse en EM progresiva. Los síntomas más comunes de la EM incluyen fatiga, problemas de equilibrio y coordinación, disfunción de la vejiga, el intestino y la sexualidad. Además, los pacientes pueden experimentar alteraciones del sueño y cambios emocionales, incluida la depresión y la pérdida de la función cognitiva, que es la capacidad de aprender, resolver problemas y planificar. El veinte por ciento de los nuevos pacientes con EM presentan problemas visuales debido a una inflamación del nervio óptico, llamada neuritis óptica, y el 40 por ciento o más pueden experimentar neuritis óptica durante el curso de la enfermedad.
Diagnóstico de EM
La mayoría de las personas con EM se diagnostican entre los 20 y los 50 años de edad. No existe una prueba definitiva para la enfermedad, por lo que los médicos realizan exámenes neurológicos y pruebas adicionales para confirmar el diagnóstico. Las imágenes por resonancia magnética se utilizan para encontrar lesiones en el cerebro, la médula espinal o el nervio óptico. Se toman muestras de líquido cefalorraquídeo para medir los anticuerpos clonales, el exceso de anticuerpos asociados con la EM. Los potenciales evocados, que miden la respuesta de un nervio a un estímulo como un destello de luz o pequeñas cantidades de corriente eléctrica, se utilizan para medir la velocidad de conducción nerviosa. Los resultados positivos de una o más de estas pruebas no significan un diagnóstico de EM, ya que puede haber otras razones para los resultados positivos de las pruebas. Por tanto, el diagnóstico de EM suele ser un diagnóstico de exclusión después de descartar otras enfermedades o causas.
Tratamiento de la EM
A partir de 2013, al menos 10 terapias de la FDA están aprobadas para el tratamiento de la EM con el fin de reducir los síntomas, retrasar la progresión, reducir las lesiones activas y reducir el número de personas que pasan de una EM remitente-recurrente a progresiva. Si bien las terapias como el natalizumab y el interferón B-1a (Rebif) disminuyen la recurrencia de los ataques de casos remitentes-recurrentes durante los primeros 24 meses de tratamiento, se asocian con efectos adversos graves a largo plazo. Ninguna terapia detiene la progresión de la enfermedad en pacientes con EM progresiva. En personas con EM leve a moderada, la combinación de ejercicio aeróbico durante 30 minutos dos veces por semana con entrenamiento de fuerza de los principales grupos musculares dos veces por semana mejora la capacidad aeróbica y la fuerza muscular, según científicos canadienses que llevaron a cabo esta investigación en la Queen's University. Estos estudios sugieren que el ejercicio puede ser útil para aliviar los síntomas en algunos pacientes.
Causas de la EM
Las causas de la EM no se conocen bien, pero se cree que hay cuatro factores que contribuyen a la enfermedad. Primero, el mal funcionamiento del sistema inmunológico puede causar ataques inmunes a la mielina que rodea el nervio. La razón de esto es desconocida. En segundo lugar, es probable que intervengan factores ambientales, porque la EM ocurre con mayor frecuencia cuanto más lejos están los individuos del ecuador. El tabaquismo y la deficiencia de vitamina D pueden aumentar aún más el riesgo de contraer la enfermedad. En tercer lugar, es probable que la genética desempeñe un papel porque la EM se presenta en la mayoría de los grupos étnicos, pero es más común en los caucásicos de ascendencia europea del norte. Si bien el riesgo de contraer EM es de uno en 750 en la población general, el riesgo es de uno en 40 para alguien con un pariente cercano (padre o hermano) con EM, y uno de cada cuatro para gemelos idénticos si uno de los gemelos está afectado. Por último, los virus pueden estar involucrados ya que se sabe que varias infecciones virales afectan la mielina. Sin embargo, ninguno se ha relacionado definitivamente con la EM.